sábado, 1 de agosto de 2009

Nietzsche y el criminal


Tomado de 'El crepúsculo de los ídolos'



El criminal y sus afines. El tipo del criminal es el de un hombre fuerte situado en unas condiciones desfavorables, un hombre fuerte que se ha puesto enfermo. Le falta la “selva”, cierta naturaleza y forma de existencia más libres y peligrosas, donde esté justificado todo lo que es arma y armadura en el instinto del hombre fuerte. Sus virtudes están proscritas por la sociedad; sus impulsos más vivos no tardan en ligarse con los afectos depresivos, con el recelo, el miedo y el deshonor. Mas esto es casi la receta para la degeneración fisiológica. Quien hace subrepticiamente lo que mejor sabe hacer y que más le gustaría hacer, con sostenida tensión, cautela y astucia, se vuelve anémico, y como sus instintos siempre le valen tan sólo peligro, persecución y fatalidad, también su sentir se vuelve contra estos instintos los siente de manera fatalista. En la sociedad, nuestra sociedad mansa, mediocre y castrada, es donde el hombre natural, que viene de la montaña o de las aventuras del mar, degenera necesariamente en criminal... O casi necesariamente, pues casos hay en que tal hombre resulta ser más fuerte que la sociedad. El corso Napoleón es el más famoso de ellos. Respecto al problema que aquí se plantea, es importante el testimonio de Dostoievsky, el único sicólogo, dicho sea de paso, que tuvo algo que enseñarme, constituyendo una de las venturas más sublimes de mi vida, en mayor grado aún que el descubrimiento de Stendhal. Este hombre profundo, quien tuvo diez veces razón de despreciar a los alemanes superficiales, sintió a los presidiarios siberianos, con los que convivió durante largo tiempo, criminales sin excepción, para los cuales no había retorno -posible al seno de la sociedad, a pesar de lo que Dostoievsky supusiera: tallados poco más o menos en la madera más dura y preciosa que crece en tierra rusa. Generalicemos el caso del criminal; imaginemos a hombres a los que por cualquier razón se niega la sanción pública y que saben que no se los tiene por útiles: ese sentimiento tshandala de saberse considerado no como un igual, sino como proscrito, indigno e impuro. Todos los pensamientos y actos de estos hombres ostentan el color de lo que vive bajo tierra; en ellos todo se torna más pálido que en aquellos cuya existencia está bañada en la luz del día. Mas casi todas las formas de existencia que hoy exaltamos-el carácter científico, el artista, el genio, el espíritu libre, el actor, el mercader, el gran descubridor se desenvolvieron en un tiempo en esta especie de lobreguez sepulcral.

2 comentarios:

  1. Nietzsche es un psicópata sádico que incitó al exterminio de millones de personas con sus escritos. El respeto a la dignidad de cada ser humano es la base de la convivencia. No conviene jugar con fuego, ni siquiera en el lenguaje. El resultado trágico puede ser ayer Hitler, hoy Breivik en Oslo, hoy otro en Denver Colorado)

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